viernes, 31 de julio de 2009

Diecisiete





El frío de la noche nos obligó a comprar una botella de tequila. Nadie quiso salir a un bar. Entre los cuatro comenzamos a beber.
—Estos días tienen que servir para alejarnos de la mierda de la ciudad —dijo Doris.
—Estamos en la ciudad —le contesté.
—Sí, lo que quiero decir es que nos vamos a alejar de la rutina.
—Yo ya no quiero trabajar en el periódico —confesó Luisa.
—Necesito despejar mi mente, acostarme a dormir tranquilo —dijo Eulalio.
Los tres voltearon a verme. No quería decir lo que estaba pasando por mi cabeza. Pedí otro poco de tequila. Pusimos música. Otra vez un cigarro y más tequila.
—Yo quiero dejar de pensar —dije.
— ¿Pensar qué? —preguntó Doris.
—No sé, en este desmadre.
—Explícate.
—Nada, salud —dije y bebí de un gran sorbo el tequila. Raspó mi garganta y dejé salir un sonido gutural, ¡ahhhh!, y pedí más. Todos repitieron la ronda. Seguimos bebiendo. Alrededor de la media noche, algo beodos, salimos a cenar. Compramos unos tacos. Decidimos, envalentonados, meternos en uno de esos bares famosos, llenos de niños y niñas bien de Tuxtla. Por eso dicen que San Cristóbal es una gran cantina, la cantina de los tuxtlecos.
La banda que tocaba le entraba a todo, con tal de ganarse unos centavos. Comenzamos a pedir cerveza. Eulalio y Doris se llenaron de arrumacos en una esquina, mientras que Luisa me invitó a bailar. Traté de explicarle que eso de mover el bote no era lo mío. Me tomó de la mano y caminamos hacia un pasillo, rumbo al baño. Ahí bailamos con discreción. Me sentía inútil. Llamé al mesero, pedí un par de cervezas más. Poco a poco mis pies se fueron haciendo más ligeros, empezaron a seguir el ritmo de la música. Luisa me besó intempestivamente. Respondí, primero, de la misma manera. Pero la separé y comencé a bailar con sabor, como dicen. (De reversa mami, dice Eulalio que dije). Ya estaba pedísimo. En el zangoloteo empujé a uno de los meseros, cayó con cervezas. Se levantó y, junto con otros, intentó sacarme. Se armó el barullo.
Entre los gritos y el arremolinamiento de gente, Luisa me tomó del brazo y me sacó discretamente del lugar.
Hacía un chingo de frío.
Intenté besarla.
—No mames, Gilberto, acabas bolo y todavía quieres coger. No siempre tiene que ser así.
—N quiero coger —dije.
—Te conozco, sé cómo eres. Así que mejor cállate.
Sólo balbucí alguna incoherencia.




De: Luna Santana santa.luna@live.com.mx
Para: gilipollas@zipolite.com
Tema: Idiay

No creas que me he olvidado de ti, ciertamente he tenido cosas que hacer. Pensé que ya me habías olvidado, no me has llamado ni me has escrito, de hecho imaginé que ya no querías verme pues alguna vez dijiste que el día que ya no me quieras ver no vas a avisar, sólo lo vas hacer y ya. Pensé que había llegado ese momento. Supongo que has tenido mucho trabajo. Te llamo en la semana para ponernos de acuerdo. Bueno mi Gili, cuídate mucho y no te olvides que te quiero. Besos

P.D. Existe, existe, existe


mentas:vlatido@gmail.com
Ilustración: Juan Nahual