jueves, 16 de julio de 2009

Catorce



No sabes qué se siente estar solo, sentirse en calidad de abandonado. No es simplemente estar encerrado en cuatro paredes, o las que quieras. No. Es vivir entre la multitud, entre la gente igual que tú, y saber que no eres parte de ellos. Puedes ir a los círculos literarios y saber que eso no es lo tuyo; estar con los niños popis y sentir que respiras mierda; bailar desenfrenadamente con los hippies, con los rockers, con quien tú quieras, para acabar pronto, y creer que todos, sí, t-o-d-@-s (en términos de la digigeneración) son ajenos a ti.

No sabes qué es el vacío. Es triste que un acto mayestático como tener sexo resulte una insignificancia después de haberte liberado por completo de tu alter ego, de tu ser albino que por alguna razón natural huele, al principio, a ti, y después comienza a pudrirse, a descomponerse hasta llegar a aborrecerlo: sales de la cama con un cigarro en la boca queriendo escapar de tu suplicio, de la triste mirada que encuentras en el espejo: los ojos desorbitados, sudando lágrimas, muerto. Fumas una, dos… no sé cuántas veces, inhalas y quieres que el tabaco te desaparezca y borre el oprobio al que te has expuesto.

No sabes que ver es lo mismo que sentir. Tú crees que el contacto concupiscente, carnal, es el paroxismo. No. Ver también te eleva hasta un punto en el que crees que tocas la nada con tu índice. Pero ver, como tocar, te mata a cada suspiro, en cada jadeo. Ahí te vas, desmoronándote en pedacitos tan pequeños; laceran como tachuelas tiradas en las calles embaldosadas de soledad.

No sabes qué es salir engentado de cualquier lugar público. Las risas son las mismas, las muecas son tan parecidas que todos se atisban clonados. El alcohol te sabe tan común que crees estar tomando agua. El agua que embriaga a los demás. A diario sigues matándote con un saludo, con una sonrisa cortés, con un te quiero fingido. Mueres con los demás, pero no sabes no te das cuenta de que en cada parte de todos hay una parte tuya. Un instante.

No sabes que te vas a morir vacía, sin ser tú. Tu destino es la degradación. Eres tan normal que no te das cuenta de que eres un cadáver con halos incomprensibles: mueves las piernas: respiras.

No sabes que eres tan débil que te refugias en los ojos de cualquiera. Los buscas y te sientes feliz.

Nosabesqueportiheexistido.

De: Luna Santana santa.luna@live.com.mx
Para: gilipollas@zipolite.com
Tema: No te sientas mal

Mi queridísimo, amantísimo y estimadísimo Gilberto:

Me siento conmovida de ver que en verdad te preocupa no hacerme sentir mal. Quiero tranquilizarte y decirte que no te preocupes por mí. No puedo mentirte, pues sí siento un poco gacho que a veces no te acuerdes de mí. Sé que a veces te cuesta venir a verme, pero siempre que estás conmigo me siento súper. Me gustan tus besos y tu manera de hacer el amor. Claro que me siento sola. Bien sé qué clase de hombre eres y que no eres el apropiado para mí. ¿Tú crees que soy una chiquilla y que no sé qué ondas? Esto es lo que vamos a hacer mi chiquillo... yo prefiero conservar tu amistad, aunque bien sé que tampoco podemos tener una súper amistad porque tú no eres muy dado a eso. Pero es mejor recibir un mensaje tuyo de vez en cuando, o sea que cuando te venga en gana. Gracias Gili por tu amistad, por tu sinceridad y por todo, que aunque no ha sido mucho lo que me has dado, vale para mí. Yo también te aprecio, de verdad… Te quiero mucho y te mando un beso.

Luna

P.D. Si existo es porque me horroriza existir.



mentas: vlatido@gmail.com

ilustración: Juan Nahual